El activista mexicano denuncia un aumento de la violencia contra la mujer
M. J. I.
"Muchos gobiernos de América Latina criminalizan la protesta social y
eso hace que defender el medio ambiente sea jugarse la vida". Gustavo
Castro Soto, defensor de la Tierra y del Medio Ambiente, testigo del
asesinato de la ecologista hondureña Berta Cáceres, acogido en el
programa de protección de Amnistía Internacional en España, ofreció ayer
su testimonio sobre las dificultades que padecen las comunidades
indígenas para defender su territorio de la especulación.
"Nos preguntamos por qué hay tantas muertes en América Latina, y la
verdad es que la culpa de todo esto la tienen los gobiernos que venden
los recursos a las grandes transnacionales", indicó Castro. A su juicio,
Berta Cáceres, a la que acompañó en su agonía, tenía muy claro que la
iban a asesinar, "ella siempre decía que se acababa el tiempo para
defendernos". Gustavo Castro estima que el proceso de empobrecimiento de
las poblaciones indígenas se irá agudizando a medida que los gobiernos
firmen tratados de libre comercio. "Y en esta lucha, la violencia es
cada vez más fuerte contra las mujeres, que son un símbolo de
resistencia", añadió. Ignacio Bernardo, presidente de Amnistía
Internacional en Asturias, destacó que no basta con defender los
derechos humanos. "Hay que defender a sus defensores, que otros países
se juegan la vida". Celeste Intriago, de la Coordinadora de ONGD de
Asturias, señaló que una parte de la lucha es "dar a conocer las
situaciones injustas que se dan". Castro fue uno de los fundadores del
Movimiento Mexicano contra las Represas y en Defensa de los Ríos, la Red
Mexicana de Afectados por la Minería y el Movimiento Mesoamericano
contra el Modelo Extractivo Minero.